December 2017 in Revista de psicología (Santiago)
Evaluación psicométrica de las Escalas de Orientación a la Dominancia Social y al Autoritarismo en niños/as
Resumen:
La orientación a la dominancia social (ODS) y el autoritarismo (RWA) constituyen variables de central importancia dentro del campo de estudios de la psicología política. La adquisición de estas orientaciones se produce desde la infancia en el marco del proceso de socialización política. Aun así, la indagación de estos aspectos con población infantil ha recibido menor atención que su estudio con personas adultas. En consecuencia, no se conocen en América Latina estudios psicométricos con población infantil orientados a determinar la validez de estructura, confiabilidad y validez convergente de las escalas utilizadas para medir estos constructos con población adulta. Por ello, el presente estudio se propuso la evaluación en población infantil argentina de ciertas pruebas que operacionalizan estos constructos con el fin de precisar dichas propiedades psicométricas. Se realizó un estudio empírico instrumental con una muestra no aleatoria accidental de 292 niños y niñas de 9 a 11 años de la ciudad de Córdoba, Argentina. Los resultados denotan las adecuadas propiedades psicométricas de las medidas evaluadas. Así, para la escala de ODS se ratificó una estructura bidimensional que retiene 10 ítems, con niveles de fiabilidad adecuados para población infantil (α = ,60 y α = ,61). Por su parte, la escala de RWA también mostró una estructura de dos dimensiones con adecuados niveles de fiabilidad (α = 69 y α = ,62), y 11 ítems en total. Se discuten las implicancias teóricas y operacionales en función de los análisis de validez convergente de las escalas.
Introducción
El estudio se orientó a la evaluación en población infantil argentina de las propiedades psicométricas de ciertas pruebas que operacionalizan constructos psicopolíticos. Específicamente, se trabajó con dos medidas que apuntan a la exploración de variables de central interés para la psicología política: la orientación a la dominancia social y el autoritarismo.
La orientación a la dominancia social (ODS) remite al deseo general de las personas de efectuar dominación sobre otros (Zubieta, Delfino, & Fernández, 2007). Se trata de una tendencia que ha sido descrita inicialmente por Sidanius y Pratto (1999), quienes desarrollaron la teoría de la dominancia social; esta constituye una teoría psicológica basada en el prejuicio y las relaciones intergrupales que intenta dar cuenta de aquellos mecanismos que generan y legitiman las jerarquías sociales. Esta perspectiva plantea que existe una tendencia de las sociedades a estructurarse de manera tal que ciertos grupos se posicionan como dominantes en relación con otros. Así, los grupos hegemónicos tenderán a ubicarse en lo más alto de la estructura social, es decir, poseen mayores recursos tanto materiales como simbólicos que permiten el acceso y mantenimiento de su posición en la pirámide estructural; en tanto los grupos subordinados se ubicarán en la base (Morales Marente, 2007).
En términos operacionales, la escala de ODS es un instrumento validado en Argentina, pero con muestras de adultos/as exclusivamente, donde mostró coeficientes de consistencia interna adecuados (Beramendi, Sosa, Torres, & Delfino, 2009; Jaume, Etchezahar, Cervone, & Biglieri, 2011; Zubieta et al., 2007). No obstante, las propiedades psicométricas de la escala original no han sido previamente analizadas en población infantil en nuestro contexto. En otros países sí se ha aplicado la escala en población infantil, como por ejemplo en el estudio de Chatard y Selimbegovic (2008), quienes examinaron los niveles de ODS en una muestra de 93 familias administrando la escala a los/as niños/as y ratificando su utilidad en esta población.
En lo que respecta al autoritarismo, este fue descrito por Altemeyer (2004, 2006) como la covariación de tres grupos de actitudes: sumisión autoritaria (i.e., elevado nivel de aceptación y legitimación de las acciones de las autoridades, aunque estas sean corruptas o injustas); agresión autoritaria (i.e., orientación a perjudicar a personas de determinados grupos, considerando que el poder establecido lo aprueba); y convencionalismo (i.e., alto grado de aceptación de las normas sociales vigentes). El constructo fue denominado por el autor como autoritarismo del ala de derechas (o RWA por sus siglas en inglés). Para Altemeyer la etapa más importante para el desarrollo de actitudes autoritarias sería la adolescencia, puesto que en la infancia se observa un mayor grado de sometimiento y conformidad con la autoridad y un bajo nivel de agresión autoritaria. De esta forma, la agresividad se desarrollaría durante la adolescencia debido a los rasgos que caracterizan esta etapa.
Sin embargo, otros/as autores/as (Boehnke & Rippl, 1995) indican que en ese período lo que se modifica es el nivel de autoritarismo, pero que su adquisición sería previa. Si bien se trata de un debate interesante, no se cuenta con una trayectoria de indagación de las actitudes autoritarias con población infantil, como tampoco se han testeado psicométricamente instrumentos específicos para abordar este fenómeno en la infancia. Ello ratifica la relevancia de incluir esta variable en el marco de nuestro estudio.
En esa línea, Duriez, Soenens, y Vansteenkiste (2007) plantean que si bien la mayoría de las investigaciones destacan la importancia de estudiar las actitudes autoritarias, solo pocos trabajos empíricos estudiaron cómo estas disposiciones se desarrollan en población infantil. Por ejemplo, Knafo (2003) utilizó la escala RWA con adolescentes a partir de 12 años con el fin de identificar su nivel de autoritarismo, y vincularlo con variables psicosociales de sus progenitores/as, ratificando la utilidad de esta medida con esta población. Por otra parte, ciertos estudios analizan el autoritarismo en la infancia, pero bajo la perspectiva teórica psicoanalítica (Wrightsman, Nelson, & Toranto, 1968). No obstante, se trata de trabajos antiguos cuya línea de desarrollo no ha continuado debido a las numerosas críticas que ha recibido la escala F.
Por otra parte, hacia el término de este estudio se consideró relevante efectuar un análisis de la validez convergente de estas escalas, en tanto se trataría de constructos vinculados a nivel empírico. En esa línea, una línea sólida de indagaciones con población adulta muestra que las variables consideradas reportan vinculaciones positivas entre sí (Cárdenas, Meza, Lagues, & Yáñez, 2010; Chatard & Selimbegovic, 2008; Duckit, 2001; Duriez et al., 2007). No obstante, debe aclararse que otros autores y autoras relativizan estos hallazgos, en tanto también se ha encontrado evidencia empírica en sentido contrario, esto es, reportando relaciones inversas entre las variables (Roccato & Ricolfi, 2005), o bien ausencia de relación significativa (Duckitt, 2001). Estas disidencias se deberían a dos factores: el nivel de contraste ideológico del país en el que se realiza el estudio y la edad de los/as participantes (Duckitt, 2001).
Respecto de este último aspecto, Duckitt (2001) señala que las relaciones entre RWA y ODS estarían atravesadas por el proceso de socialización política de las personas. Ambas disposiciones se aprehenderían inicialmente de forma independiente en función de los ámbitos de socialización política de los que se participa, pero con el tiempo comenzarían a influenciarse una a otra, volviéndose más coherentes. Esta sería la razón por la cual se observan relaciones no significativas o débiles en muestras de estudiantes, mientras que estas son más fuertes y significativas cuando se las analiza con adultos/as.
Por último, es preciso postular algunas dificultades vinculadas con la exploración de constructos psicopolíticos durante la infancia. De acuerdo con Lemos (2013), el trabajo con niños/as agrega una dificultad vinculada con la etapa evolutiva en la cual se encuentren los/as participantes. Esto puede suponer “mayor distractibilidad, menor capacidad de introspección, menor desarrollo del lenguaje y de la comprensión” (2013, p.189). Este último aspecto puede influir de manera decisiva en la aplicación de instrumentos autoadministrados, si bien se afirma que a partir de los siete años y debido a la escolarización los/as niños/as se manejarían relativamente bien con el lenguaje escrito. Otra dificultad radica en el menor cúmulo de experiencias que se registran en la infancia en comparación con la adultez, lo cual puede limitar el valor informativo de las medidas de autoinforme, hecho particularmente relevante para el caso de variables que indagan aspectos sociales y políticos. A su vez, se señala que las respuestas de los/as niños/as suelen ser más cambiantes e inestables que las de los/as adultos/as (Del Barrio Gándara, 2009).
Otro aspecto a considerar es que, en algunas ocasiones, los instrumentos utilizados con adultos/as reportan más dimensiones que cuando los mismos instrumentos son utilizados con niños/as. De acuerdo con Lemos (2013, p. 193), esto podría indicar “una disminución en la capacidad de los niños de expresar y percibir determinados matices del comportamiento, que responden a determinados constructos psicológicos”, o bien una dificultad para expresarlos verbalmente. Esto último se asocia con la complejidad que supone explorar ciertos constructos psicosociales durante la infancia a partir de un enfoque lexicográfico (Lemos, 2013). En esa línea, la autora indica que el orden en el cual se redactan los ítems es fundamental, en tanto los/as niños/as tienden a dar más importancia a las palabras que aparecen al comienzo de la frase, y que las frases complejas sintácticamente suponen una dificultad adicional.
En otro orden, lograr una consistencia interna satisfactoria resulta un desafío importante en tanto para los/as niños/as resulta muy difícil sostener la atención en pruebas de mucha longitud. Así, se afirma que “los criterios para evaluar una satisfactoria consistencia interna son mucho más flexibles con niños que con adultos” (Lemos, 2013, p. 194).
Si bien tanto el autoritarismo como la orientación a la dominancia social son constructos largamente analizados en el campo de la psicología política, es preciso enfatizar una vez más que su estudio en población infantil ha recibido relativamente menor atención. A su vez, no se conocen estudios que analicen las propiedades psicométricas de estas escalas con población infantil argentina, lo cual subraya la importancia de nuestro estudio. Considerando estos aspectos, el trabajo se orientó a analizar las características psicométricas (confiabilidad, validez de estructura y validez convergente) de los instrumentos de medición de las variables mencionadas, en población infantil argentina.
Método
Participantes
Se trabajó con 292 niños y niñas de 9 a 11 años (M = 10,11; DT = 0,81) de la ciudad de Córdoba, Argentina, seleccionados/as a través de un muestreo no aleatorio accidental (Lohr, 2000); 52,4% fueron mujeres y 47,6% varones. En cuanto a la distribución por edad, 28,1% de los/as participantes tenía nueve años, 32,5% 10 años, y 39,4% 11 años. Respecto del nivel educativo, la mayoría se encontraba cursando la enseñanza primaria obligatoria (a 3° grado asistían el 6,2%; a 4º grado, 27,1%; a 5º grado, 32,5%; y a 6º grado, 31,8%) y un porcentaje menor asistían a primer año del nivel medio (2,4%).
En lo concerniente a la adecuación a normas éticas, y considerando que la muestra está conformada por niños/as menores de edad, se solicitó consentimiento informado a los padres, madres o tutores/as de cada participante. A su vez, se obtuvo el asentimiento de los/as propios/as niños/as. Se les explicó en lenguaje claro y accesible que su participación era voluntaria y anónima, y se les detallaron los objetivos del estudio. También se aclaró a los/as tutores/as que los datos se utilizarían con fines exclusivamente académicos, en consonancia con la Ley Nacional de protección de datos personales N° 25.326. La administración, realizada por encuestadores/as entrenados/as, se realizó de forma individual en los hogares de los/as participantes. Finalmente, se dejó a disposición de los padres, madres o tutores/as de los participantes el correo electrónico de la investigadora a cargo, con el fin de atender posibles dudas o consultas, y la página web del equipo de investigación, en la cual se publicarían los resultados del estudio.
Instrumentos
Considerando los señalamientos de Lemos (2013) en torno a la dificultad de aplicar instrumentos autoadministrados con población infantil, se trabajó con encuestas administradas por el equipo de investigación de forma oral e individual. El cuestionario incluía los siguientes instrumentos:
Orientación a la dominancia social. Se valoró a través de la adaptación de la escala de Sidanius y Pratto (1999) a población infantil. Esta escala evalúa el grado en que las personas sostienen un esquema referencial basado en la desigualdad entre los grupos y en diversas formas de desigualdad social. Se trata de un instrumento validado en Argentina (Buenos Aires) con muestras de adultos/as, donde mostró coeficientes de consistencia interna adecuados (Beramendi et al., 2009; Jaume et al., 2011; Zubieta et al., 2007). La escala original mide este constructo de manera unidimensional (Sidanius & Pratto, 1999). Sin embargo, otros/as autores/as (Cárdenas, Meza, Lagues, & Yáñez, 2010; Jaume et al., 2011; Jost & Thompson, 2000; Silván-Ferrero & Bustillos, 2007) la consideran como bidimensional, compuesta por las dimensiones orientación a la dominancia grupal y oposición a la igualdad. Está compuesta por 15 ítems, de los cuales ocho son inversos (ítems 2, 5, 7, 8, 9, 10, 13 y 14). Los/as participantes indican en qué medida están de acuerdo con cada una de las afirmaciones en una escala de tipo Likert de tres puntos, que va del 1 = no estoy de acuerdo al 3 = estoy muy de acuerdo.
Autoritarismo. Se trabajó con las dimensiones autoritarismo general, dogmatismo e intolerancia de la versión española de la escala de Right-Wing Authoritarianism (RWA), adaptada a este idioma por Seoane y Garzón (1992). La escala RWA es considerada en la actualidad el mejor instrumento de medición del autoritarismo (Cárdenas & Parra, 2010; Roccato, 1997), y ha obtenido excelentes índices de confiabilidad, coherencia interna y validez predictiva en distintos contextos, con alfas de Cronbach que rondan siempre entre ,80 y ,95 (Altemeyer, 2004, 2006; Roccato, 1997). De los 16 ítems recuperados, 11 van en dirección al autoritarismo y cinco en dirección contraria (ítems 4, 7, 10, 11 y 16). Las opciones de respuesta se posicionan en una escala Likert de tres puntos. Las puntuaciones de la escala proveen de una medida global. Con el objetivo de simplificar su estructura para favorecer la comprensión por parte de los/as participantes del estudio, algunas situaciones sociales a las que remitía la escala fueron reemplazadas por situaciones sociales más cercanas a la vida cotidiana de los niños y niñas (por ejemplo: “Si un chico empieza a ser maleducado e irrespetuoso con la maestra, directora o policías, los padres deben tratar de corregirle”; “La maestra, la directora, los padres y los policías suelen tener razón, y la gente que protesta no sabe de lo que está hablando”).
Para la adaptación de ambas escalas a población infantil, se procedió a la consulta a dos expertas que trabajan con niños/as con el fin de que colaboraran en la simplificación de la redacción de los reactivos. En función de ello, los ítems quedaron redactados en un lenguaje más accesible para los niños y niñas.
Preparación de los datos
No se reportaron datos ausentes mayores al 5% en ninguno de los ítems de las escalas consideradas, por lo que se decidió emplear el método EM para la sustitución de la información faltante. Este método fue elegido por considerarse uno de los que ofrece una estimación más precisa y razonable efectuada con base en estimaciones de máxima verosimilitud (Hair, Anderson, Tatham, & Black, 1999). Se trata de un método que consta de dos pasos: expectation (estimación, E) y maximization (maximación, M). En el paso E se busca la estimación condicional de los datos perdidos con base en los valores observados y la estimación de los parámetros, tales como las correlaciones. Dichas estimaciones sustituyen temporalmente los valores faltantes. Luego, durante el paso M se efectúa una estimación de máxima verosimilitud, basándose en dichos valores recién imputados, y alcanzándose, finalmente, una convergencia (Tabachnick & Fidell, 2001). En cuanto a la indagación de los supuestos de normalidad, la Escala de ODS mostró tres ítems con índices de curtosis y asimetría excelentes (entre los valores ± 1), siete ítems con valores adecuados (± 2,0), y cinco ítems con niveles no tolerables de asimetría y curtosis (valores superiores a ± 2,0) (George & Mallery, 2011). En cuanto a la Escala de Autoritarismo, cuatro ítems evidenciaron índices de curtosis y asimetría excelentes, nueve ítems presentaron valores adecuados, y tres ítems niveles no tolerables de asimetría y curtosis. En todos los casos se decidió conservar todos los ítems en función de que los supuestos de normalidad no necesitan ser cumplidos para la realización de los análisis factoriales (Garson, 2011).
Finalmente, vale aclarar que las puntuaciones de los ítems inversos fueron recodificadas de forma tal que fueran en el mismo sentido que el resto de los ítems.
Análisis de datos
El análisis psicométrico se realizó a partir de la teoría clásica de los test (TCT), más ajustada a la evaluación de pruebas de comportamiento típico y no de ejecución máxima (Hogan, 2003). Se realizaron análisis factoriales exploratorios (AFE), utilizando el método de componentes principales (ACP) como método de extracción de los factores con el objetivo de conocer la estructura de las medidas; para analizar la consistencia interna se calculó el coeficiente alfa de Cronbach.
En los AFE se seleccionaron, para cada instrumento, los métodos de rotación de los factores apropiados. En el caso de la escala de ODS se utilizó una rotación oblicua Promax, en tanto se esperaba ratificar la presunción teórica acerca de la presencia de dos factores relacionados. Para el trabajo con la escala de autoritarismo también se optó por una rotación oblicua Promax dado que, si bien el autoritarismo constituye un conglomerado actitudinal unidimensional, en el caso de los/as niños/as se corroboró la existencia de dos factores.
Para determinar el número de factores a extraer, se utilizaron el criterio de autovalores iguales a 1 o criterio de raíz latente (Tabachnick & Fidell, 2001) y el criterio de contraste de caída mediante el análisis del gráfico de sedimentación (scree test). Se analizó la correspondencia de los factores con las propuestas teóricas correspondientes, y las saturaciones factoriales de los ítems considerando como criterios de retención que presentaran una saturación factorial mayor a ,32 (Tabachnick & Fidell, 2001), que mantuvieran correspondencia con la clasificación realizada en su construcción, y que el ítem no tuviera una saturación superior en otro factor.
Por otra parte, se estimó el coeficiente alfa de Cronbach como medida de fiabilidad para cada uno de los factores del modelo de referencia, calculándose también el coeficiente alfa si se elimina de a uno los ítems de la escala. Si bien la literatura clásica establece como niveles críticos para este coeficiente valores de ,70 (Hair et al., 1999), algunos/as autores/as coinciden en señalar que índices de fiabilidad de ,30 suelen ser considerados como significativos con población infantil, dado que las respuestas de los/as niños/as se caracterizan por ser inestables y más fluctuantes que las de los/as adultos/as (Lemos, 2006, 2013; Mischel, Zeiss, & Zeiss, 1974). A su vez, este criterio se justifica al tratarse de constructos sumamente difíciles de indagar durante la niñez (Lemos & Richaud de Minzi, 2010). Por ello, se consideró tal criterio para el análisis de confiabilidad de las escalas.
Finalmente, se analizó la validez convergente de las medidas, indagando las relaciones entre sí. Para ello se efectuaron correlaciones bivariadas aplicando el coeficiente de correlación de Spearman. En esa línea, se tomó el criterio de Cohen (1998) para medir los grados de correlación; este considera una gran correlación aquella igual o superior a ,50; moderada a la que se aproxima a ,30 y pequeña a la que se acerca a ,10.
Resultados
Escala para evaluar la orientación a la dominancia social
Una primera aproximación a los datos evidencia una solución factorial con un buen índice de adecuación muestral Kaiser-Meyer-Olkin (KMO = ,71), y la prueba de esfericidad de Bartlett también presentó resultados significativos (gl = 105; p < ,05). Se observó una estructura de cuatro factores que explicaban el 45,96% de la varianza. Sin embargo, los factores 1 y 2 explicaban en conjunto el 30% de la varianza, mientras que los factores 3 y 4 solo el 15%. Coincidentemente, el gráfico de sedimentación sugería la presencia de dos factores. En función de ello, y considerando la propuesta teórica, se repite el análisis solicitando la extracción de dos factores.
Posteriormente, y a partir del análisis de las siguientes soluciones factoriales y su adecuación a parámetros estadísticos, pero también a la propuesta teórica de base, se procedió a la eliminación de ítems que no mostraban un comportamiento ajustado o que solo mostraban saturaciones factoriales inversas al constructo evaluado en cada dimensión. Se trata de los ítems 7 (“Ningún grupo debería dominar a otros grupos en la sociedad”), 9 (“Todos los grupos de personas deberían tener igualdad de oportunidades en la vida”), 13 (“Debemos luchar para conseguir que todo el mundo gane más o menos lo mismo”), 4 (“Si cada grupo de personas permanecen en lo suyo, tendríamos menos problemas”) y 15 (“Los grupos inferiores deberían mantenerse en su posición”). Los ítems fueron eliminados de uno a la vez, repitiendo los análisis factoriales tras cada eliminación.
Así, el modelo de referencia obtenido (KMO = ,71; gl = 45; p < ,05) presenta dos factores que explican el 40% de la varianza. El primer factor se corresponde con la dimensión oposición a la igualdad, y está compuesto por cinco ítems que explican el 24,49% de la varianza; mientras el segundo factor, coincidente con la dimensión orientación de dominancia grupal, contiene cinco ítems que explican el 15,34% de la varianza. Ambas subescalas presentaron niveles de fiabilidad adecuados para población infantil (Lemos, 2006; Mischel et al., 1974). No se encontró ningún ítem cuya eliminación aumentara la confiabilidad de la escala, por fuera de los ya detallados más arriba. En la tabla 1 pueden verse los ítems retenidos.
Escala para evaluar el autoritarismo
En una primera aproximación a los datos, obtuvimos una solución factorial con un buen índice de adecuación muestral (KMO = ,80; prueba de esfericidad de Bartlett gl = 120; p < ,05). Se halló una estructura de cuatro factores que explicaban el 48,96% de la varianza. Sin embargo, los factores 1 y 2 explicaban casi el 35% de la varianza, mientras que los factores 3 y 4 no superaban el 14% en su conjunto. En consonancia, el gráfico de sedimentación sugería la presencia de dos factores. En función del análisis de la matriz, del gráfico de sedimentación y de la baja varianza explicada por los factores 3 y 4, y tomando en consideración la propuesta teórica que sustenta la construcción de la escala, se decidió solicitar entonces la extracción de dos factores.
Posteriormente, y al igual que en la escala anterior, se procedió a la eliminación consecutiva de diversos ítems que no mostraron un comportamiento adecuado, ya sea al considerar criterios estadísticos o su adecuación teórica a los factores. Se eliminaron los ítems 16 (“Los chicos tenemos que ser educados para poder cuestionar lo que dicen los adultos”), 7 (“Todos deberíamos poder hablar y opinar pidiendo que se vayan los malos políticos”), 6 (“Las personas tenemos que apoyar siempre los castigos de la policía y el gobierno contra la gente peligrosa de la sociedad”), 11 (“Cada uno tiene derecho a pensar y hacer lo que quiera siempre que no dañe a otros”) y 15 (“Nuestro país sería mejor si respetáramos a nuestros antepasados e hiciésemos lo que las autoridades nos dicen, y nos libráramos de las personas que lo estropean todo”).
Así, el modelo de referencia obtenido (KMO = ,77; gl = 55; p < ,05) presenta dos factores que explican el 41,26% de la varianza conjunta. El primer factor se corresponde con la dimensión agresión autoritaria, y está compuesto por siete ítems que explican el 27,46% de la varianza. El segundo factor remite a la dimensión sumisión autoritaria, y contiene cuatro ítems que explican el 13,80% de la varianza. Ambas subescalas presentaron niveles de fiabilidad satisfactorios (Lemos, 2006; Mischel et al., 1974) (ver tabla 2), y no se encontró ningún ítem cuya eliminación aumentara la confiabilidad.
Análisis de la validez convergente entre las escalas
El análisis de estructura presentado más arriba denota la existencia de dos subescalas que componen el constructo ODS: la orientación a la dominancia grupal (ODG) y la oposición a la igualdad (OI). El análisis de correlaciones bivariadas evidencia que ambas dimensiones denotan una relación positiva significativa y moderada entre sí. Lo mismo acontece para el caso de la escala de RWA, aunque la relación es superior que para el caso de la escala anterior. Así, las dos dimensiones halladas en el análisis de estructura, esto es, la agresión autoritaria (RWA.A) y la sumisión autoritaria (RWA.S), también manifiestan una relación positiva significativa y moderada entre sí (ver Tabla 3).
En lo que concierne a la validez convergente de ambas escalas, con sus dimensiones respectivas, hallamos una ausencia de relación estadísticamente significativa entre las dimensiones de RWA y la ODG, mientras que para el caso de la OI se encontró una ausencia de correlación con la agresión autoritaria y una relación negativa significativa, aunque débil, con la sumisión autoritaria (ver tabla 3).
Discusiones y conclusiones
El presente estudio ha intentado avanzar en un área de vacancia en nuestro país en lo concerniente a la evaluación de instrumentos que permitan explorar de forma cuantitativa ciertas variables psicopolíticas con población infantil, específicamente el autoritarismo y la orientación de dominancia social. Se trata de constructos que dan cuenta de actitudes que lesionan la posibilidad de cohesión y armonía social. Así, suponen una lectura del orden sociopolítico en la cual quienes son considerados diferentes (o en el caso de la ODS, “inferiores”) son objeto de discriminación y agresión. Por ello, resulta sustancial poder contar con instrumentos con validez ecológica que permitan indagar el fenómeno desde la infancia, momento central en la adquisición de este tipo de actitudes (Boehnke & Rippl, 1995).
En lo concerniente a la orientación a la dominancia social, se ha ratificado la utilidad de la adaptación local de la escala de ODS propuesta por Sidanius y Pratto (1999) para el trabajo con niños y niñas. En la versión local de la escala se obtuvo evidencia de una estructura bidimensional, en consonancia con la propuesta de otros/as autores/as en estudios con población adulta (Cárdenas et al., 2010; Jaume et al., 2011; Jost & Thompson, 2000; Silván-Ferrero & Bustillos, 2007). Al mismo tiempo, se cuenta con una medida más breve que versiones anteriores, lo cual resulta particularmente útil cuando se trabaja con población infantil. Al respecto, Lemos (2013) indica que una de las dificultades de la utilización de instrumentos estandarizados para la indagación de variables con población infantil es justamente la mayor distractibilidad de los/as niños/as y su consecuente dificultad para sostener la atención en pruebas de mucha longitud, aspectos que pueden redundar en una disminución de la validez de las pruebas. Por ello, contar con una medida breve para indagar este aspecto constituye un avance de relevancia.
En lo que respecta a la medición utilizada para conocer el nivel de autoritarismo, es posible afirmar que se cuenta con una escala que retoma los principales aspectos del autoritarismo (Altemeyer, 2006), que es más corta que otras mediciones (Altemeyer, 2004; 2006; Seoane & Garzón, 1992), a la vez que ha evidenciado índices adecuados de confiabilidad con población infantil. Esto denota la pertinencia del instrumento para avanzar en el campo de estudios del autoritarismo con población infantil.
Por otra parte, es preciso señalar que la escala de autoritarismo evidenció un comportamiento diferencial al ratificado con los/as adultos/as (Imhoff & Brussino, 2013), en tanto aquí se hallaron dos dimensiones separadas mientras que en el caso del trabajo con adultos/as se constató una estructura unidimensional. Al respecto, Lemos (2013) sostiene que en algunas ocasiones los instrumentos utilizados con adultos/as reportan más dimensiones que cuando los mismos instrumentos son utilizados con niños/as. En nuestro caso se ha evidenciado un comportamiento inverso. Una posible línea analítica podría vincularse con el hecho de que durante la infancia se ratifican niveles altos de sumisión, los cuales podrían impactar en que los ítems que indagan este aspecto adquieran una cierta saliencia. No obstante, esto debiera ser indagado con mayor profundidad en futuros estudios.
En otro orden, la correlación positiva hallada entre las diversas dimensiones de cada escala denota que cada subescala da cuenta de un aspecto diferenciado del fenómeno analizado, pero no de un constructo diferente. Dicha correlación fue en ambos casos moderada, lo cual indicaría que si bien son dimensiones asociadas, no manifiestan un solapamiento en cuanto al aspecto que indagan.
Respecto de la validez convergente entre ambas medidas, se encontraron evidencias de una ausencia de convergencia entre las pruebas consideradas en casi todas sus dimensiones. Ello posiblemente se explica por el rango etario de la población en estudio, en tanto según Duckitt (2001) la socialización política es un factor decisivo al respecto. Se suele corroborar que la coherencia entre RWA y ODS aumenta a medida que aumenta la edad de los/as participantes, sugiriendo que el proceso de socialización política opera presionando hacia una convergencia entre ambos tipos de actitudes sociopolíticas. A su vez, hallamos una relación negativa entre la oposición a la igualdad y la sumisión autoritaria, resultado que va en la línea de estudios previos que ratifican relaciones inversas entre ambos constructos (Roccato & Ricolfi, 2005).
Finalmente, debe señalarse como limitación de este estudio el hecho de trabajar con una muestra no probabilística, lo cual impacta en la posibilidad de generalización de los hallazgos. A su vez, se trabajó con un solo grupo de edad, por lo cual sería interesante efectuar estudios en diferentes etapas de la niñez de manera tal de evaluar variaciones vinculadas con el proceso de desarrollo infantil. Sería conveniente avanzar en la realización de análisis factoriales confirmatorios, a los fines de contar con más información en torno a la validez de estructura de las escalas. Aun así, los resultados constituyen un avance dentro del campo de estudios de la orientación de dominancia social y el autoritarismo en nuestro país, en tanto no se cuenta con antecedentes previos que hayan analizado las propiedades psicométricas de esta escala con niños/as argentinos/as.
Resumen:
Introducción
Método
Participantes
Instrumentos
Preparación de los datos
Análisis de datos
Resultados
Escala para evaluar la orientación a la dominancia social
Escala para evaluar el autoritarismo
Análisis de la validez convergente entre las escalas
Discusiones y conclusiones