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in Revista de Psicología
Vulnerabilidad social, severidad subjetiva y crecimiento postraumático en grupos afectados por un desastre climatológico
Resumen:
Este estudio tuvo como objetivo comparar características-condiciones de vulnerabilidad social ante el crecimiento postraumático y severidad subjetiva de hogares expuestos y afectados por un desastre climatológico en Chile. Por medio de un diseño transversal-correlacional, 324 hogares respondieron instrumentos de impacto subjetivo al evento, crecimiento postraumático, caracterización sociodemográfica y condiciones físico-materiales asociadas a la reconstrucción posdesastre. Como resultados, los grupos expuestos-susceptibles que presentaron una significativa severidad subjetiva fueron los adulto/as mayores, personas con discapacidad/enfermedad crónica, de sexo femenino, con bajos ingresos económicos y sin educación superior, sumándose quienes se encuentran en la condición de daño parcial-total en su vivienda y no recibieron apoyo para la reconstrucción habitacional. Por otro lado, el colectivo que presentó un mayor crecimiento postraumático fueron los adultos mayores, sumándose quienes se encuentran en la situación de daño parcial-total de la vivienda y los que se encontraban satisfechos con la reconstrucción posdesastre. Concluimos con la identificación de susceptibilidades-capacidades diferenciales entre los grupos vulnerados, lo cual debiese promover medidas evaluativas, preventivas e interventivas adecuadas a las características psicosociales de cada población, lo cual debe ser acompañado de un fortalecimiento institucional integral en la gestión del riesgo de desastre.
Introducción
La investigación en riesgos socionaturales ha evolucionado desde su énfasis inicial en las amenazas físico-naturales, hacia la producción espacial del proceso de riesgo de desastre ( García Acosta, 2005 ; Romero Toledo & Romero Aravena, 2015; Wisner, Blaikie, Cannon, & Davis, 2004).
En la actualidad, los desastres socionaturales (acontecimientos altamente destructivos producidos por el ensamblaje socionatural entre amenazas y espacios habitados) se han convertido en una de las principales barreras de los estándares de desarrollo social alcanzados (UN Office for Disaster Risk Reduction [UNDRR], 2015).
Para el caso particular de los desastres climatológicos, solo considerando el año 2018, estos vulneraron a 57 millones de personas, de las cuales 35,4 millones se vieron afectados por inundaciones (UNDRR, 2019). A estos eventos se suma el cambio ambiental global, el cual incrementaría la presencia, magnitud y severidad no solo de eventos extremos, sino también de la emergencia pandémica del COVID-19 (Intergovernmental Panel on Climate Change [IPCC], 2014; O’Brien et al., 2020).
Estos eventos climáticos no afectan a todos los grupos societales por igual, lo que a menudo puede diferir según las dimensiones estructurales de exposición, financiera-económicas y/o socioculturales (Cutter, Boruff, & Shirley, 2003). Si bien la exposición a una amenaza puede ser la misma entre grupos que habitan un mismo territorio, los impactos simbólicos-materiales se debieran determinar por las susceptibilidades y capacidades de afrontamiento diferenciales, así como por las características particulares de la amenaza (Sandoval Díaz et al., 2018); Ante esto, el análisis de la vulnerabilidad social frente a desastres se torna crucial (Cutter, 2012; Ruiz Rivera, 2012 ).
Estas diferencias de susceptibilidad-capacidad se han conceptualizado bajo las características de clase, género, raza/etnia, edad, orientación sexual, capacidad física y mental, y su interseccionalidad entre sí (Andharia, 2020; Rodríguez, Donner, & Trainor, 2018). A estas características condicionantes de la vulnerabilidad social se suman aspectos situacionales tales como el lugar de residencia, conocimiento y posesión de recursos/capitales, los cuales pueden variar espaciotemporalmente de acuerdo con los accesos/barreras a las distintas estructuras de oportunidades, sean estos el mercado, el Estado y/o la comunidad ( Adger, 2006 ; Larenas S., Salgado V., & Fuster F., 2015; Rojas-Páez & Sandoval-Díaz, 2020 ).
Desde la subdisciplina de la psicología de las emergencias, estos eventos se han conceptualizado como potencialmente traumáticos y desencadenantes de crisis e impacto psicológico (Leiva-Bianchi, Soto-Escalona, & Serrano, 2017; Inter-Agency Standing Committee, 2007). No obstante, no todo/as quienes ven sobrepasadas sus capacidades perciben un impacto psicológico severo negativo, sino que, en algunos casos, posibilita nuevas oportunidades de crecimiento postraumático a distinto nivel ( Bonanno, 2004 ; Vera Poseck, Carbelo Vaquero, & Vecina Jiménez, 2006; Wlodarczyk, Basabe, Páez, Villagrán, & Reyes, 2017).
Por tanto, en términos de relevancia disciplinar, investigar los efectos psicosociales de los desastres socionaturales en distintos grupos societales, a los cuales se suman sus características y condiciones diferenciadas de susceptibilidad-capacidad, posibilita no solo la identificación remedial de quienes podrían salir peor/mejor posicionados ante estos eventos, sino también la instalación preventiva y promotora de capacidades de afrontamiento adaptativas (Tedeschi & Calhoun, 2004; Watson & Shalev, 2005).
Con base en los antecedentes presentados, el presente estudio busca responder a los siguientes objetivos: 1) determinar el grado de asociación entre las dimensiones del crecimiento postraumático (CPT) y severidad subjetiva del evento (SS) de grupos vulnerados por un desastre climatológico; 2) comparar características y condiciones de vulnerabilidad social ante la SS; y 3) comparar características y condiciones de vulnerabilidad social ante el CPT.
Vulnerabilidad social ante desastres
La vulnerabilidad social es un enfoque teórico amplio para investigar la producción de riesgos socionaturales configurados por desigualdades socioambientales y el desarrollo geográfico desigual ( Cutter, 2003 ; Ruiz Rivera, 2012 ; Sandoval-Díaz, 2020 ). Esta perspectiva analiza el ensamblaje entre procesos socioespaciales, político-económicos e históricos-culturales con un peligro natural, configurando así escenarios dinámicos de riesgo de desastre ( Adger, 2006 ; Romero Toledo & Romero Aravena, 2015).
Para Cutter et al. (2003), este concepto ha tendido a ser utilizado con tres distintos énfasis: a) exposición vinculada a las condiciones espaciales del riesgo; b) condición social, es decir, como medida de susceptibilidad; y c) perspectiva integradora de la exposición y resiliencia en espacios riesgosos.
Desde una acepción dialéctica de la condición social, Tierney (2014) y Wisner et al. (2004) lo utilizan para denotar no solo la susceptibilidad, sino también las capacidades agenciales diferenciales para anticipar, hacer frente, resistir y recuperarse de estos eventos.
Entre las características más comunes de susceptibilidad estructural identificadas en la literatura se encuentran: pobreza económica, opresión racial/etnia/género/casta, enfermedades crónicas, discapacidades físicas/mentales, estado migratorio, edades críticas (como infancia y adultez mayor), así como una variedad de otras barreras de corte sociocultural (Rodríguez et al., 2018; Cutter et al., 2003; Wisner et al., 2004).
En términos empíricos, este impacto de daño diferencial se ve condicionado por las características y condiciones señaladas en la tabla 1 ( Morrow, 1999 ; Phillips, 2015 ; Wisner et al., 2004). No obstante, bajo estas susceptibilidades socioestructurales, emergen activas formas de empoderamiento y capacidades de resistencia-resiliencia desplegadas no solo en los planos físico-material o socio-organizacional, sino también en el ámbito psicológico (Bolados García & Sánchez Cuevas, 2017; Enarson et al., 2018; Rubio Aguilar, 2019 ; Sandoval Díaz & Astudillo Pizarro, 2019).
Factores psicológicos de la susceptibilidad-capacidad: severidad subjetiva y crecimiento postraumático
Desde la psicología, se han generado distintas investigaciones sobre las consecuencias psicosociales de los desastres, enfatizando efectos negativos y expresiones del estrés consecuente ( Folkman, 2008 ; Leiva-Bianchi et al., 2017). En este ámbito, se ha reportado que los desastres exponen a la población a desarrollar psicopatología de diversa índole, principalmente trastornos del estado del ánimo y ansiosos (Önder, Tural, Aker, Kılıç, & Erdoğan, 2006). A escala global, entre los trastornos más recurrentes se destaca el estrés postraumático (TEPT), estimándose una prevalencia de 10 a 20% en población general, y entre 30 a 40% en víctimas directas (Goldman & Galea, 2014). Para Chile, la prevalencia general es de 4,4%, manifestándose el 2,5% en hombres y 6,2% en mujeres (Zlotnick et al., 2006); sin embargo, esta prevalencia puede presentar variaciones entre grupos y tipo de peligro natural, sean estudiantes universitarios ante un aluvión (Lería Dulčić & Salgado Roa, 2016), jóvenes escolares ante un megaincendio (Guerra et al., 2018 ) o mujeres de bajos ingresos bajo ante un terremoto-tsunami (Leiva-Bianchi, Candia, & Montecino, 2014).
No obstante, no todos los afectados desarrollarán un trastorno en salud mental y, en general, la mayoría presentará síntomas psicológicos transitorios que remitirán a corto plazo con apoyo psicosocial (Errázuriz, Fischer, Behn, Letelier, & Monari, 2019). En esta línea, se ha estimado que hasta el 65% de los expuestos a situaciones potencialmente traumáticas siguen trayectorias de resiliencia psicológica, sin desarrollar TEPT (Bonanno, Galea, Bucciarelli, & Vlahov, 2007).
Estos eventos potencialmente traumáticos no solo conllevan la emergencia de consecuencias negativas, sino que también posibilitan que las personas logren identificar nuevas disposiciones adaptativas de funcionamiento, aprendizajes y capacidades, lo que se ha denominado crecimiento postraumático (CPT; Tedeschi & Calhoun, 1996). El CPT se vincula a cambios cognitivos, afectivos y conductuales positivos, que se dan después de una situación de crisis. Estos cambios positivos tienden a observarse en varias dimensiones: autoconcepto (p. ej., nueva valorización de las propias capacidades); nuevo sentido de vida (p. ej., jerarquización de prioridades y valores); relaciones sociales (p. ej., cercanía emocional a otros, especialmente a familiares y amigos); y espiritualidad (p. ej., mayor participación en actividades espirituales comunitarias) (Páez, Vázquez, & Echeburúa, 2013; Vera Poseck et al., 2006).
Ante desastres socionaturales, las respuestas efectivas, a su vez, requieren un mayor compromiso local, tanto a nivel institucional como comunitario. Para el terremoto en Chile en 2010, el apoyo social y espiritual fomentaron el despliegue de capacidades y de crecimiento postraumático (García Martínez, Reyes Reyes, & Cova Solar, 2014; Villagrán, Reyes, Wlodarczyk, & Páez, 2014), al igual que en el caso del huracán Katrina (Chan, Rhodes, & Pérez, 2012).
Otro proceso psicológico desencadenado tras un desastre es la percepción subjetiva negativa, denominada también severidad subjetiva, la cual se vincula al riesgo percibido, miedo a morir o ser dañado, falta de control percibido, evaluación negativa del afrontamiento e interpretación negativa de los recuerdos (García Martínez, Reyes Reyes, et al., 2014). Esta variable ha presentado una correlación positiva tanto con el CPT, como con la sintomatología del TEPT (García, Vega Rojas, Briones Araya, & Bulnes Gallegos, 2018; García Martínez, Jaramillo, Martínez, Valenzuela, & Cova Solar, 2014).
En síntesis, sostenemos la importancia de explorar las dimensiones psicológicas de la susceptibilidad-capacidad, en términos del crecimiento postraumático y severidad subjetiva, articulada en la estructura inmanente de vulnerabilización social a lo largo del proceso de riesgo de desastre socionatural.
Método
El caso: el desastre climatológico del 25M
Un evento hidrometeorológico extremo, entre el 24 y 26 de marzo de 2015 (25M), producto de una baja segregada asociada a precipitaciones, causó lluvias torrenciales en 17 quebradas de la región de Atacama de Chile, afectando principalmente las ciudades de Chañaral y Copiapó. En Copiapó, estos aluviones arrastraron gran cantidad de agua, piedras, basura y relaves mineros, enterrando la ciudad bajo una capa de sedimentos de 31 cm. de espesor, dejando a más del 50% de las casas sin sistema de alcantarillado. En cuanto a la afectación socioeconómica, se registraron 22 personas fallecidas, 28.000 damnificados, 2.000 viviendas destruidas y 5.000 con daño mayor, conllevando un impacto económico superior a los 46 millones de dólares (Astudillo Pizarro & Sandoval Díaz, 2019).
Por otro lado, la región de Atacama presenta cualidades específicas respecto a su vulnerabilidad socioestructural. Si bien la pobreza por ingresos de la región (7,9%) se encuentra por debajo de la media nacional (8,6%), esto no se corresponde con la pobreza multidimensional (23,2%), la que se encuentra por sobre la media nacional (20,7%), ubicándose en el quinto lugar de pobreza multidimensional nacional al incorporar los ámbitos de trabajo y seguridad social, educación, vivienda y entorno, salud, y redes y cohesión social (Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, 2018).
Diseño y procedimiento
Estudio no experimental, transversal y descriptivo-correlacional. La recogida de datos fue realizada por estudiantes universitarios capacitados, aplicándose individualmente a jefe/as de hogares o sus respectivos cónyuges. Se realizó la aplicación en un solo momento entre los meses de julio y diciembre del año 2016 en la residencia de los encuestados, la que presentó una duración promedio de 30 minutos. Previo al llenado de instrumentos, se informó a los/as participantes sobre la investigación y sus objetivos mediante un consentimiento informado.
Participantes
Se utilizó un muestreo no probabilístico, seleccionando 324 participantes que cumplieron los siguientes criterios de inclusión: i) población expuesta al riesgo de inundación, y ii) que presentaran grados de afectación habitacional diferenciado por las inundaciones del 25M. Para esto se utilizó el mapa de zonas afectadas por inundación desarrollado por el Servicio Nacional de Geología y Minería (2015, ver figura 1 ).
En términos generales, la muestra estuvo compuesta por 138 hombres (42,6%) y 186 mujeres (57,4%), presentando un promedio de edad de 37,97 años (DE = 18,54). Respecto a las características promedio de los hogares, estos estuvieron compuestos por cuatro integrantes (DE = 1,63), con una residencia habitacional promedio de 16,20 años (DE = 15,48). A su vez, si bien el total de los hogares se encuentra expuesto al riesgo de inundación, el 89% manifestó daño parcial o total de sus viviendas por el 25M.
Respecto a las características de vulnerabilidad social, el 10,8% manifestó tener ingresos iguales o menores al ingreso mínimo nacional ($432,65 USD), el 15,4% manifestó la presencia de un integrante con alguna enfermedad crónica, el 16% de los hogares cuenta con un adulto mayor como integrante y el 10,5% expresó pertenecer a algún pueblo indígena.
Por último, respecto a la percepción de capacidades institucionales, solo 37,3% declaró haber obtenido algún tipo de subsidio estatal de reconstrucción habitacional, y solo un 47% de quienes sufrieron daños en sus viviendas se consideran satisfechos con la reconstrucción gubernamental.
Instrumentos
Encuesta sociodemográfica. Se construyó un instrumento de caracterización sociodemográfica, incorporando preguntas sobre las variables asociadas a las características y condiciones socioestructurales de la vulnerabilidad social (ver tabla 1 ), tales como: edad, género, etnia, discapacidad/enfermedad crónica, ocupación, nivel educativo, ingresos monetarios, pertenencia a programas sociales gubernamentales en pobreza/vulnerabilidad, años de residencia, e integrantes del hogar. También se realizaron preguntas sobre condiciones habitacionales posdesastre, como: tipo de daño de la vivienda, recepción de apoyo para la reconstrucción, y satisfacción con la reconstrucción. Con el objetivo de utilizar un formato estándar para las variables medidas mencionadas, utilizamos las preguntas (y opciones de respuesta) de la encuesta de caracterización socioeconómica posterremoto 2010 (Ministerio de desarrollo social y familia de Chile, 2010).
Escala de Crecimiento Postraumático Colectivo e Individual (Wlodarczyk et al., 2017 ). La escala está compuesta por 10 ítems de la Forma Breve del Inventario de Crecimiento Postraumático (Cann et al., 2010) y 9 ítems que corresponden a las dimensiones del crecimiento comunal y societal. En su totalidad la escala consta de 19 ítems con opciones de respuesta que van desde 0 (ningún cambio) hasta 5 (un cambio muy importante). En esta forma breve cada uno de los dominios de crecimiento postraumático individual (relaciones con otros, nuevas posibilidades, fortalezas personales, espiritualidad y aprecio de la vida) se asocia con dos ítems; crecimiento comunal está representado por custro ítems y societal por cinco ítems. La fiabilidad total de la versión original obtuvo un α = ,92. Para el presente estudio se obtuvo una fiabilidad de la escala total α = ,93, mientras que para las subescalas de crecimiento individual α = ,90 y colectivo α = ,87 respectivamente.
Escala de Severidad Subjetiva del Evento (García Martínez, Reyes Reyes, et al., 2014). La escala consta de dos ítems que miden si la persona percibe que el evento ha alterado su vida y si percibe el evento como traumático. Cada pregunta fue respondida en una escala Likert de cinco puntos con rango de 0 a 8 puntos. La fiabilidad total de la versión utilizada con estudiantes universitarios expuestos a un terremoto obtuvo un α = ,69 (García, Cova Solar, & Melipillán, 2013). Para el presente estudio la fiabilidad de la escala fue de α = ,71.
Análisis de datos
Se realizó en primer lugar un análisis descriptivo de las variables de estudio, luego se utilizó la correlación r de Pearson para evaluar la relación entre ellas. Posteriormente, se compararon las diferencias de medias entre grupos de susceptibilidad independientes para severidad subjetiva y crecimiento postraumático. Para esto, en primer lugar, se utilizó la técnica de anova de un factor (dada las opciones de respuesta politómicas intragrupo), lo que fue descartado posteriormente por a) la ausencia de puntaje en algunas de las opciones de respuestas de caracterización grupal, y b) la escasa información que entregaba la subdivisión politómica, en términos de grupos susceptibles y no susceptibles al riesgo de desastre. En función de esto último, se recodificaron las respuestas politómicas en dos grandes grupos: i) con vulnerabilidad social y ii) sin vulnerabilidad, para lo que se utilizaron los criterios teóricos señalados en la tabla 1, bajo una adaptación exploratoria de los indicadores de vulnerabilidad social señalados por Cutter et al. (2003). Realizada la recodificación, se utilizó la prueba de t de Student para muestras independientes, considerando cada variable independiente como una familia de contraste, y, por lo tanto, no hubo necesidad de corrección del error familiar para controlar por el error tipo I. Acompañado de esto, y para determinar el tamaño del efecto se calculó la d de Cohen y la r de Rosenthal (Cohen, 1988; Rosenthal, 1991). Por último, no utilizamos el anova factorial, dado que no buscábamos ni reducir información ni conocer la interacción entre los grupos susceptibles vulnerados. Para el procesamiento de datos se utilizó el software IBM SPSS 25.0.
Resultados
Descripción general de variables estudiadas
Respecto a la severidad subjetiva ante el desastre climatológico, 139 personas (42,9%) perciben que su vida presentó alteraciones importantes o severas, mientras que 127 (39,2 %) perciben el evento como una experiencia importante o severamente traumática.
Por otro lado, 113 personas (32,1%) perciben un crecimiento postraumático individual importante o muy importante, mientras que 111 (31,5%) perciben un crecimiento postraumático colectivo importante o muy importante ( tabla 2 ).
Asociación entre severidad subjetiva, crecimiento postraumático total, crecimiento postraumático colectivo y crecimiento postraumático individual
Mediante el coeficiente de correlación lineal de Pearson (r), se estimó el grado de asociación entre severidad subjetiva, crecimiento postraumático total, colectivo e individual. Entre todas las variables se encontró una relación positiva y estadísticamente significativa ( tabla 3 ).
Comparación de medias de severidad subjetiva y tamaño del efecto entre las características y condiciones de vulnerabilidad social ante el desastre
Se determinó el nivel de severidad subjetiva en función de las condiciones y características de vulnerabilidad socioestructural ante el desastre. La tabla 4 presenta ordenadas aquellas variables con mayor tamaño del efecto y diferencias estadísticas significativas.
Comparación de medias de crecimiento postraumático y tamaño del efecto entre las características y condiciones de vulnerabilidad social ante el desastre
Se determinó el nivel de crecimiento postraumático en función de las condiciones y características de la vulnerabilidad socioestructural ante el desastre. La tabla 5 presenta ordenadas aquellas variables con mayor tamaño del efecto y diferencias estadísticas significativas.
Conclusiones y discusión
Respecto al primer objetivo, se encontró una asociación significativa entre severidad subjetiva y crecimiento postraumático, y sus dimensiones (García Martínez, Reyes Reyes, et al., 2014; García et al., 2014; Wlodarczyk et al., 2017). En esta línea, diversos estudios señalan la severidad subjetiva, no solo como un factor psicológico negativo, sino también como un facilitador de procesos de aprendizaje y desarrollo personal (Arias & García, 2019; Bonanno, 2004 ; Bonanno et al., 2007), incluso identificando como predictor del crecimiento a la rumiación deliberada (Avilés Maldonado, Cova Solar, Bustos, & García, 2014).
No obstante, integrando esto a una perspectiva psicosocial, la materialización del desastre desencadena un impacto subjetivo, al que se le asigna una evaluación diferenciada según la posesión percibida de características/condiciones agenciales de susceptibilidad y/o capacidades de afrontamiento (Magaña Frade et al., 2010 ; Sandoval, 2017 ; Villagrán et al., 2014).
En cuanto al segundo objetivo, los grupos vulnerados que presentaron mayor susceptibilidad subjetiva ante el desastre fueron adultos mayores, personas con discapacidad/enfermedad crónica, mujeres, personas con bajos ingresos económicos, y personas sin educación superior, sumándose quienes se encuentran en la situación de daño parcial-total en la vivienda, y quienes no tuvieron asistencia gubernamental para su reconstrucción.
Estas características/condiciones de susceptibilidad se podrían vincular a: (a) los procesos de vulnerabilidad socioestructural de larga data (Wisner et al., 2004), en términos de desigualdad en el acceso a oportunidades (materiales, simbólicas y psicosociales) para un afrontamiento activo-adaptativo, tal como lo evidencian las condiciones de pobreza multidimensional de la región de Atacama; (b) condiciones limitantes en lo físico/mental, como por el estigma social asociado a estas (Chou et al., 2004; Díaz Barrientos et al., 2016); (c) ausencia de un conocimiento “sentido y encarnado” en el cómo proceder ante estas situaciones (Cutter et al., 2003 ); (d) habitabilidad en zonas de exposición (Davis, 2014); y (e) escasa confianza institucional y soslayo a las capacidades locales comunitarias (Larenas S. et al., 2015 ; Sandoval Díaz et al., 2018).
Respecto al último objetivo, el grupo vulnerado que presentó mayor crecimiento postraumático fueron los adulto/as mayores, sumándose quienes se encuentran en la situación de daño parcial-total de la vivienda, y los que están satisfechos con su reconstrucción posterior. Además, se encontró que las mujeres evidenciaron un mayor crecimiento postraumático respecto de los hombres, aunque esta diferencia solo fue marginalmente significativa (Arias & García, 2019).
Respecto al primer grupo, en las últimas décadas, la vejez ha sido considerada como una etapa caracterizada por la resiliencia psicológica (Ebner, Freund, & Baltes, 2006), la cual permitiría la optimización de distintos recursos personales tales como: autoeficacia, autoestima positiva, conductas prosociales, espiritualidad, sentido del humor, creatividad, metas de logro, actitud positiva, flexibilidad, autodeterminación y optimismo, posibilitando oportunidades de crecimiento ante situaciones de crisis ( Resnick, 2014 ). En esta misma línea, Arriagada Díaz et al. (2016) entrevistaron a adultos mayores afectados por distintos tipos de desastres, encontrando una resignificación valorativa de la autonomía y de sus espacios de actividad cotidiana poscatástrofe. Este antecedente releva el rol que podría ocupar el adulto mayor en la reconstrucción social posdesastre, al constituirse no solo como una figura con capacidades activas de afrontamiento ( Rubio Aguilar, 2019 ), sino también como un agente central en la recuperación/reconstrucción de la memoria y narrativas colectivas de los desastres previos “olvidados localmente” (Saavedra et al., 2019 ).
Por otro lado, respecto a las condiciones habitacionales, García Martínez, Reyes Reyes et al. (2014) encontraron una paradójica relación positiva de asociación entre la severidad objetiva y el crecimiento postraumático; no obstante, dicha relación adquiere mayor sentido cuando incorporamos el grado de satisfacción con la reconstrucción habitacional. En el presente estudio, el 22% de la muestra se mostró insatisfecho con la reconstrucción, el 31% se considera ni satisfecho ni insatisfecho, mientras que el 47% de los encuestados se considera satisfecho. Solo este último grupo, que a su vez sufrió algún tipo de daño por el desastre, presentó un grado significativo de crecimiento postraumático. Como una explicación potencial, una de las principales demandas posdesastre se vincula a la reconstrucción habitacional, esto con el objetivo de recuperar los proyectos de vida truncados, así como las oportunidades de desarrollo personales/familiares ( Rubio Aguilar, 2019 ; Sandoval Díaz & Fava Callejas, 2016). Por tanto, la pérdida de la vivienda acrecentaría aún más el impacto subjetivo negativo, la que puede verse intensificada por la incertidumbre en su reconstrucción y/o desplazamiento (Berroeta et al., 2015 ; Rojas-Páez & Sandoval-Díaz, 2020 ). En Chile, la política de reconstrucción posdesastre ha tendido a sostener una lectura basada en la reconstrucción física de tipo viviendista y cortoplacista, y, además, desarticulada de otras instituciones respondedoras facilitadoras de la recuperación (Contreras Gatica & Beltrán Benítez, 2015), promoviendo la incertidumbre, desconfianza y fractura del tejido social de los territorios vulnerados (Larenas S. et al., 2015 ; Romero Toledo & Romero Aravena, 2015).
Para la discusión teórica, quisiéramos instalar tres puntos críticos hacia el fetichismo homogeneizador sobre las “(mal)denominadas” poblaciones vulnerables (Oliver-Smith, Alcántara-Ayala, Burton, & Lavell, 2016). En primer lugar, estas distintas condiciones de susceptibilidad tienden a presentar una alta interseccionalidad entre sí, (p. ej., anciana indígena pobre económicamente, niño migrante de lengua no nativa; Andharia, 2020), amplificando la sinergia negativa entre las múltiples barreras socioestructurales y la (des)movili-zación institucionalizada, por parte del Estado, hacia estos grupos ( Fordham, 2008 ; Giroux, 2016; Wisner et al. 2004). En segundo lugar, estas condiciones no son estáticas, en términos de poblaciones vulnerables ahistóricas, sino que más bien corresponden a trayectorias de vulneración dinámicas situadas, las que pueden variar a lo largo del tiempo, lugar, escala geográfica, nivel y riesgo ( Adger, 2006 ; Arteaga A. & Pérez T., 2011; Sandoval, 2017 ). Por último, estos grupos no solo deben ser analizados desde el polo negativo de la exposición-susceptibilidad, sino también desde su capacidad activa de agencia y empoderamiento adaptativo, que, bajo determinadas circunstancias simbólicas-materiales, podría ser considerada como resiliencia comunitaria (Atallah, Bacigalupe, & Repetto, 2019; Sandoval-Díaz, 2020 ).
Para la discusión práctica, potenciales intervenciones debieran centrarse en la complementariedad entre las dimensiones psicopatológicas y del bienestar, en término de funcionamientos psicológicos-experienciales adaptativos, tanto en población general como de las trayectorias diferenciales de susceptibilidad-capacidad analizadas (Errázuriz et al., 2019 ; Páez et al. 2011). A su vez, estas intervenciones psicosociales deben acompañarse del fortalecimiento local de capacidades motivacionales-actitudinales, socio-organizacionales, y físico-materiales, buscando establecer lazos duraderos con la institucionalidad intersectorial vinculada a la gestión de riesgo de desastres (Moreno & Shaw, 2018; Sandoval Díaz et al., 2018).
Finalmente, presentamos dos consideraciones. En primer lugar, hay algunas limitaciones metodológicas, tales como la subrepresentación de algunos grupos susceptibles estudiados, debido al tipo de muestreo realizado, y el tipo de análisis de comparación de medias utilizado. En ambas limitaciones, futuras investigaciones debiesen incorporar un muestreo por cuota con cantidad de participantes similares, así como también habría que incorporar análisis interseccionales de susceptibilidad intergrupal por medio de anova factorial (y su consecuente mayor control del error tipo I).
En segundo lugar, sugerimos seguir profundizando en cada una de las trayectorias de susceptibilidad-capacidad de los grupos vulnerados estudiados, considerando para esto, un análisis longitudinal de los resultados encontrados, esto dado el actual aumento de frecuencia e intensidad de los eventos extremos por el cambio climático (IPCC, 2014) como de las consecuencias de la actual pandemia del COVID-19. También es relevante un mayor diálogo transdisciplinario, para lograr una integración teórica-metodológica de los aspectos espaciales del riesgo, en términos de exposición y tipo de peligro natural.
En síntesis, el reconocimiento de estas diferencias puede conducir a una redistribución, no solo de recursos y de desarrollo de capacidades, sino también a situar —según las condiciones del lugar, tiempo y amenaza— la habilitación y/o refuerzo de estrategias de afrontamiento colectivas, orientando así su acción hacia la reducción de la vulnerabilidad social y el fortalecimiento de una resiliencia basada en la justicia social.
Resumen:
Introducción
Vulnerabilidad social ante desastres
Factores psicológicos de la susceptibilidad-capacidad: severidad subjetiva y crecimiento postraumático
Método
El caso: el desastre climatológico del 25M
Diseño y procedimiento
Participantes
Instrumentos
Análisis de datos
Resultados
Descripción general de variables estudiadas
Asociación entre severidad subjetiva, crecimiento postraumático total, crecimiento postraumático colectivo y crecimiento postraumático individual
Comparación de medias de severidad subjetiva y tamaño del efecto entre las características y condiciones de vulnerabilidad social ante el desastre
Comparación de medias de crecimiento postraumático y tamaño del efecto entre las características y condiciones de vulnerabilidad social ante el desastre
Conclusiones y discusión